lunes, 20 de agosto de 2012

primeras desigualdades sociales


Las nuevas actividades de producción supusieron también nuevas formas de interrelación entre los individuos de una comunidad y entre diferentes comunidades: había que preparar los campos, sembrar, cosechar, lo que obligaba a un mayor grado de cooperación. Además, había que defender el territorio cosechado.

La sedentarización también implicaba el establecimiento de un nuevo orden y la gestión de los recursos alimentarios inmediatos, así como la de un posible excedente. Por todo ello, algunos investigadores relacionan la aparición de la agricultura con la de las primeras desigualdades sociales.

El distinto acceso a la disponibilidad de los recursos producidos que se daría entre los individuos de una comunidad llevaría a dichas desigualdades y, a su vez, a tensiones internas entre las diferentes capas sociales.

Estas desigualdades se reflejarían en la monumentalidad de algunos enterramientos en las necrópolis a partir de este momento, o en la presencia, en los ajuares funerarios, de elementos no funcionales que podrían explicarse como bienes de prestigio (no hay que olvidar el valor simbólico, mágico o semiótico que éstos puedan tener).

Otra característica del comportamiento de las sociedades neolíticas es la institucionalización, o generalización, de la guerra, entendida como los conflictos que se suscitan entre dos comunidades diferentes. Ciertamente, la violencia intergrupal existiría antes del neolítico, como existe en muchas otras especies animales afines a los humanos. Pero lo cierto es que la agricultura supuso una percepción más territorialista de las áreas de cosecha, cuyo saqueo y violación de las fronteras generarían estos conflictos. 

Es frecuente, a partir de este momento, encontrar individuos en las necrópolis con evidentes signos de lucha, como por ejemplo puntas de flecha clavadas en determinados puntos del esqueleto. Algunas manifestaciones artísticas también nos remiten a estos conflictos bélicos.

combate de arqueros. Morella (Castellón)
La convivencia con el ciclo agrario supuso el cambio de la percepción del tiempo y de la vida. Algunos historiadores de las religiones hablan de la generalización, a partir de este momento, del “optimismo soteriológico” (optimismo de salvación). Cuando la simiente, muerta, es enterrada y entra en contacto con la Tierra, ésta vuelve a la vida en forma de nueva planta la temporada siguiente. Por lo tanto, del mismo modo los seres vivos mueren y resucitan tras ser puestos en contacto con la fertilidad que da la Tierra. 


Es en este punto de la evolución mental de los seres humanos cuando la Tierra de diviniza, en forma de mujer, de madre, de un ser femenino que conoce el secreto de la vida, de la fertilidad. La figura de la Diosa Madre, como divinidad principal, se acompaña de un elemento masculino, en el caso del Próximo Oriente, encarnado en la figura del toro, formando, entre ambos, el sistema religioso de estos grupos.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario