Es evidente que los cambios ambientales no fueron
radicales, ni de un día para otro, como tampoco lo fueron los culturales para las
sociedades humanas.
La continuidad no afectó a todas las áreas de
la vida por igual. En algunos aspectos se dio una importante ruptura respecto a
las formas de vida tradicionales. La más importante prueba de la crisis de los
antiguos códices sociales paleolíticos fue la desaparición del arte parietal y mueble.
Se puede establecer una diferenciación entre
dos tipos de sociedades:
Las sociedades del Epipaleolítico eran
comunidades muy enraizadas en los usos y costumbres de los tiempos glaciares y
mostraban por tanto una clara continuidad con el pasado. Las estrategias
paleolíticas, fueron modificadas progresivamente a causa de influencias
externas. Por ejemplo, la expansión de la vegetación generó un aumento notable
de la productividad ambiental y por tanto mayores posibilidades para hallar
alimento. Pero introdujo un mayor grado de impredicibilidad ante situaciones
críticas porque los ecosistemas son menos estables y más frágiles. Las comunidades
epipaleolíticas tuvieron que planificar rigurosamente sus modos de vida en la
mejor sincronía con el medio ambiente.
Las sociedades del Mesolítico surgieron tras
una larga evolución de las sociedades epipaleolíticas hacia el 8.500 BP. Representaban
una clara ruptura respecto de las costumbres de la época precedente. En términos
antropológicos estas comunidades pueden asimilarse al modelo llamado “sociedades
cazadoras-recolectoras complejas”, plenamente adaptados a la naturaleza,
talentosos en la búsqueda de alimentos y satisfechos con un medio de vida que
les ofrecía mucho tiempo libre para sus inquietudes personales, las relaciones
sociales y anhelos intelectuales.
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