El consumo de carne en
Homo habilis ya no era algo ocasional y oportunista, como se suele considerar
en el caso de Australopithecus. En este momento encontramos huesos procesados y
consumidos de animales de tamaño considerable.
Dicha actividad viene demostrada
por las marcas de cortes hechos con instrumentos de piedra que se encuentran en
ellos.
Algunos investigadores defienden que el acceso habitual a la carne
durante este momento fue posible gracias a la explotación de las carcasas
despreciadas por sus verdaderos cazadores, o tras robarles a éstos su presa. Se
trataría, pues, de un acto de carroñerismo.
La justificación de tal hipótesis
se fundamenta en que ni la constitución de estos homínidos ni la naturaleza de
sus instrumentos parece que permitan sustentar la caza de animales de gran tamaño.
Por otro
lado, otros investigadores dicen que de las carcasas de los animales abandonados
por los carnívoros se podrían obtener pocos recursos alimentarios y que,
además, éstos serían tan difíciles de defender de otros competidores como si la
presa hubiera sido cazada directamente, por lo que pensar en un acceso directo
a las presas es posible.
Sea como sea, algunos
nutrientes que hasta el momento eran de difícil acceso para cualquier
depredador (el tuétano, por ejemplo) estarían ahora al alcance de Homo habilis gracias al uso de instrumentos.
Por otro lado, es evidente que en un determinado momento el
carroñeo llegó a ser una fuente de recursos animales importante, aunque no
básica ni única, y que, sin embargo, fue sustituida progresivamente por la
caza. Parece claro que el siguiente homínido en la escala evolutiva fue ya, sin
duda, un cazador.
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