La calificación de las sociedades mesolíticas
como cazadores-recolectores complejos descansa en varios argumentos:
La tendencia hacia el sedentarismo: La
reducción de los movimientos (ya no tenían que perseguir las manadas
migratorias de animales) condujo hacia una restricción de los radios de movilidad residencial, hacia la
aparición de campamentos semi-permanentes, en muchos casos al aire libre, en lugares estratégicos, con acceso a distintos
ecosistemas que facilitaran la caza, pesca y recolección. Esta tendencia
conllevó a la concentración demográfica, lo cual provocó un marco de
competencia por los recursos naturales e incremento de la necesidad de
posesión del territorio en exclusividad. Las pruebas arqueológicas de posibles
actos de muerte por violencia son escasas pero revelan un nuevo marco de
relaciones basada en la competencia por el control de los recursos y la
posesión de territorios.
La diversificación de la dieta: En la mayoría
de los casos, la caza mayor presentó la principal parte de la dieta, pues los
grandes animales suministraban grandes cantidades de carne. Pero no se
prescindió de los pequeños mamíferos y aves, así como la intensificación de las
prácticas alternativas a la caza, como la recogida de moluscos marinos, caracoles
terrestres, la pesca y la recolección de vegetales. La incorporación de nuevos alimentos constituía
una reducción del riesgo de poner en peligro la supervivencia de los seres
humanos al no depender de una sola fuente alimenticia. Sin embargo, no provocó
siempre una mejora de la alimentación y por tanto un progreso. De hecho, en
algunas comunidades mesolíticas existen pruebas de un retroceso de la salud
relacionado con un empobrecimiento de la dieta.
enterramiento mesolítico en Téviec |
Los enterramientos agrupados o necrópolis: Son
claras las relaciones que existe entre los modos de asentamiento sedentario,
las reivindicaciones territoriales y las necrópolis. En los entornos de
sociedades sedentarias con signos de competencia por los recursos naturales,
las prácticas de enterramiento colectivo son un instrumento eficaz para
reivindicar un territorio en propiedad. Dar sepultura a los propios difuntos
permite reforzar la identidad territorial del grupo pero también asumir el
control de la tierra, que se convierte así en un lugar sacralizado por ser de la
tierra ancestral de los antepasados.
Los indicios de una diferenciación social
vertical: En una sociedad de tipo horizontal las diferencias entre individuos se limitan a cuestiones naturales relacionadas con la edad o las funciones atribuidas a cada
sexo. Pero en unas pocas necrópolis mesolíticas hay indicios que apuntan hacia
diferencias de otro tipo. La presencia de ajuares de distinta clase revela que
algunos individuos de la comunidad podrían haber adquirido cierta relevancia
social y algunos clanes dejaban conocer su especial valía.
puntas de flecha mesolíticas |
El desarrollo de la microlitización: la
característica principal de la industria lítica fue la generalización de los
microlitos, o piezas de reducidas dimensiones (menores de 5 cm), que no
pudieron usarse de manera individual ni manejarse de manera directa con los dedos.
Más bien debieron ser parte de otros instrumentos a modo de pequeños dientes o
puntas terminales, pegadas con resina natural a vástagos de madera o de hueso,
con la intención de crear unas armas apuntadas y dentadas. Las pruebas
realizadas con las réplicas de arcos y flechas nórdicos han revelado la
impactante capacidad de penetración de los microlitos y su potencialidad para
provocar hemorragias, dañar músculos y romper arterias.
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